sábado, 7 de mayo de 2011

Francesca Woodman.. La fotógrafa maldita...



Nació en Denver, Colorado un 3 de Abril de 1958 y murió al saltar por una ventana del Lower East Side de Manhattan el 19 de Enero de 1981 con apenas 23 años de edad. Antes de suicidarse, en una carta a un amigo de la escuela de Sloan Rankin, escribía las siguientes palabras: “Mi vida en este punto es como un sedimento muy viejo en una taza de café y preferiría morir joven dejando varias realizaciones… en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas…”.



untitled (Italy), 1977-78


nace en el seno de una familia de artistas. Su padre era fotógrafo y su madre una reconocida ceramista. Ambos gestionan un archivo de más de 800 imágenes de las cuales solo 120 han sido expuestas o publicadas. De ellos obtendría también Francesca sus primeras influencia hacia el arte que ella conceptualizaría no solo como un modo de vivir, sino más bien como un modo de pensar.


Self-Deceit 1 Rome 1978



House #3, Providence, Rhode Island, 1975-1976



Si bien sus imágenes revelan una fascinación estética por la muerte y la decadencia, materializada en casas decrépitas, flores secas y paredes desconchadas, sus imágenes no sólo se mantienen ajenas a la desesperación que precede un suicidio, sino que rezuman vitalidad, energía, poder y ansia de experimentación. Casi nunca enseña el rostro y experimenta con su cuerpo desnudo. A veces se mira con los ojos de una mujer y otras con el deseo de un hombre, pero nunca soporta estar fuera del encuadre.






Su obra consiste, mayoritariamente, en retratos de mujeres en blanco y negro, siendo ella misma la modelo en muchas ocasiones. El cuerpo es uno de los temas centrales de su fotografía; las figuras humanas aparecen borrosas, perdidas en la sombra, parecen formar parte de las salas invadidas por el deterioro. Femeninas, sensuales, intensas, a veces dramáticas, pero nunca desesperadas. Así, la mayoría de las imágenes de Francesca parecen tejer un mundo deliberadamente enigmático que le ha valido, junto con una turbulenta estancia en Roma y el epílogo del suicidio, también una fama de fotógrafa con aura maldita.



It must be time for lunch now 1979

La infancia de Francesca transcurrió entre Boulder, un pueblo de colorado, y Antella, una aldea de la campaña toscana frecuentada por artistas y exponentes de la alta sociedad de Florencia. Su interés por la fotografía surgió a una edad muy temprana, con solo 13 años, empezó con sus primeros trabajos, ya adoptando un estilo característico, casi siempre fotografiando en blanco y negro con formato cuadrado y dando prioridad a la iluminación para, a través de ella, conseguir centrar la atención sobre un sujeto principal (y normalmente único) en la escena.
Entre los años 1975 y 1979 fue estudiante de la Rhode Island School of Design en Provedence, y fue aceptada en el Programa de Honores que le permitía vivir durante un año en las instalaciones de la escuela enPalazzo Cenci en Roma. Allí se identificó con el surrealismo y el futurismo, que desde entonces ganaron presencia en sus fotografías, así como la decadencia, representada en las paredes desnudas y los objetos antiguos que también comenzaron a poblar sus trabajos.


House #4, Providence, Rhode Island, 1975-1976


La joven Woodman nunca llegó a ganarse la vida como fotógrafa. Su universo estaba hecho de estudios y crecimiento, artístico o personal. Y en muchos casos, dudas y tribulaciones. Para intentar comprender qué le pasaba por la cabeza durante la adolescencia, sirvan estos pasajes de su diario, escritos en el otoño de 1975, en los que habla de sí misma tanto en primera como en tercera persona: “[…] Una parte de este libro contiene ideas que quiero organizar en series. Intento seguir la huella del cambio de la moral de Francesca y contar lo que he hecho. La lista de alimentos que he comido, por ejemplo […]. Los pasteles son mi forma de arte favorita; yo preparo magníficos panecillos de jengibre, trufas de chocolate, pasteles de melocotón y flanes de zarzamora. No hay nada más relajante que quedarse a solas con un buen libro de cocina y las palabras!"



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