miércoles, 1 de mayo de 2013
Día del Trabajador.. Qué se festeja?
Este miércoles, no se conmemora lo que algunos llaman el Día del Trabajo, sino el día internacional del Trabajador. Se recuerda de ésta manera, la fecha en la que comenzó la lucha por las ocho horas de trabajo y a los trabajadores que entregaron su vida por la causa.
Revolución industrial en Estados Unidos, fines del siglo XIX. La mayoría de los obreros están afiliados a la Federación Estadounidense del Trabajo. En 1884, en una convención de esta federación, se llama a los trabajadores a luchar por una jornada laboral de ocho horas.
En el comienzo del año l886, el Presidente Johnson promulga una ley llamada Ley Ingersoll, que establece ocho horas de trabajo, pero por supuesto, no se cumple. La federación resuelve entonces, imponer mediante una Huelga General en todo Estados Unidos, a partir del 1º de Mayo de l886, la jornada laboral de ocho horas, para reemplazar a la de doce o catorce horas diarias, a la que se encontraban sometidos. Tiempo antes, los trabajadores son puestos en alerta y las fuerzas policíacas se preparan para contrarrestarlos. Chicago es la segunda ciudad del país. Cada año, llegan miles de desocupados y se convertirá en el centro principal de la agitación.
El 1º de Mayo es tan agitado como se pronosticaba, los patrones despiden a quienes hacen huelga y como consecuencia, más de cuarenta mil trabajadores se ponen en pie de guerra. Surge una especie de líder, un alemán anarquista, llamado Augusto Spies, quién era el director de un periódico de los trabajadores. Éste se convierte en el orador principal de uno de los actos de la comisión de huelga. Ese día, la represión policial deja el saldo de seis muertos y más de cincuenta trabajadores heridos. Por la noche, Spies va a la imprenta e imprime un volante totalmente combativo. Los días pasan y con el correr del tiempo, la tensión crece. El 4 de mayo, por la mañana, la policía disuelve una manifestación, mientras aparece otro volante de Spies que dice: “La guerra de clases ha comenzado. La sangre pide venganza.” Ese mismo día, se organiza una manifestación en repudio a los trabajadores asesinados. Se programa para las 19:30 en el Haymarket Square. Al acto, autorizado por las autoridades, concurren 15 mil personas, pero la lluvia aleja a gran parte del público y a algunos oradores. Entre los que quedan, se destacan: Spies, el norteamericano Albert Parson y el inglés Samuel Fielden. De pronto, una bomba, de dudosa procedencia, es lanzada sobre la policía, lo que provoca una tremenda represión y en pocos minutos decenas de trabajadores son asesinados y más de doscientos heridos.
Además de cientos de obreros, dirigentes sindicales y personas que fueron detenidos, torturados y luego puestos en libertad, se ordenó el arresto de los dirigentes de la manifestación, los alemanes: Augusto Spies (periodista), George Engel (tipógrafo), Adolph Fischer (periodista), Louis Lingg (carpintero) y Michael Schwab (tipógrafo), los norteamericanos Albert Parson (periodista), Oscar Neebe (vendedor), y el inglés Samuel Fielden (obrero textil). En pocos días los dirigentes son arrestados, a excepción de Parson que se entrega voluntariamente el día que se inicia el juicio, el 21 de junio de 1886. El juicio es vergonzosamente manipulado, se los acusa de complicidad de asesinato, aunque nunca se puede probar relación alguna con el incidente de la bomba, entre otras cosas porque la mayoría de ellos no habían estado presentes en el lugar de los hechos, y uno de los dos que sí se encontraba, era ni más ni menos que el orador. Los detenidos, finalmente fueron acusados de agitadores.
Spies, Parson, Engel y Fischer, fueron llevados a la horca, al mediodía del viernes 11 de noviembre de 1887. “Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas plateadas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca… los encapuchan, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos cuelgan y se balancean en una danza espantable...", Comenta José Martí en su crónica para el diario La Nación de Buenos Aires. “Salud, llegará el tiempo en que nuestro silencio será mas poderoso que nuestras voces, que hoy sofocan con la muerte” sentencia Spies antes de ser ahorcado. Fischer y Engel gritan: ¡Viva la anarquía! y Parson no pudo hablar, ya que cuando lo iba a hacer, su verdugo le ajusta el nudo y le hace caer la trampa. A Lingg lo matan dentro de su celda y lo hacen pasar por suicidio. A Schwab y Fielden les conmutan la pena de cadena perpetua y Neebe es condenado a 15 años de trabajos forzados. Cuarenta años después, serían condenados otros dos inmigrantes, también anarquistas: los italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, a quienes se les llamó los Mártires de Boston.
En nuestro país, un club de fútbol de La Paternal, en sus comienzos llevó el nombre “Mártires de Chicago” y su camiseta de color rojo, significaba el color representativo del socialismo. Poco tiempo después, optaron por un nombre menos comprometedor que duró para toda la vida: Argentinos Juniors. Chacarita, mientras tanto, se fundó un 1º de mayo de 1906 y nació en una biblioteca libertaria. Casualidad o no, años más tarde, las dos hinchadas sellaron una amistad que dura hasta la fecha.
Los hechos ocurridos en Estados Unidos, dan origen a que el 1º de mayo sea considerado como el día internacional de los trabajadores y que en todas partes del mundo se recuerde a los llamados “mártires de Chicago”. Sin embargo, muchas veces se lo confunde, a veces casual y a veces intencionalmente y se lo llama el día del trabajo. Han trascurrido ya más de 100 años, y muy poco o casi nada se recuerda, se conoce o se reivindica. En la mayor parte del mundo es tan solo un día que no se trabaja, un día de fiesta, un día vacío.
El primero de Mayo de 1886, se gestaba uno de los tantos combates del proletariado contra el capitalismo y por la jornada de ocho horas, que no era una petición reformista, sino una exigencia radical contra la precariedad y la dominación, es decir, contra la ideología del trabajo. Ésta fecha no celebra la gracia de tener un empleo, sino, recuerda a los obreros que lucharon por conseguir la jornada de ocho horas semanales y a las personas que fueron ahorcadas, torturadas y asesinadas por exigirla.
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